jueves, 28 de agosto de 2014

Línea crítica: El juego de Ender película de 2013 dirigida por Gavin Hood

El alumno del CEV que ejerce la crítica cinematográfica es un entusiasta de las cintas de ciencia ficción. De El juego de Ender destaca los efectos digitales, capaces de hacer realidad con verosimilitud cualquier futuro imaginado.
 
 
 
La ciencia-ficción no tiene límites. Es su momento, amiguitos, y en las próximas décadas, ya lo veréis. El avance de los efectos digitales puede hacer realidad cualquier futuro imaginado, con tanta convicción como lo hace El Juego de Ender. La adaptación pertenece a una saga literaria salida de la pluma de Orson Scott Card, que recibió los mayores galardones que se conceden a este género, como el premio Nébula o el premio Hugo de novela. Han pasado más de dos décadas desde que el primer tomo apareciese en las librerías. El séptimo arte, creo, acierta al haber esperado todo ese tiempo, como acertó esperando con el El señor de los anillos. Nosotros tenemos la fortuna de poder disfrutarlas.

Hay sistemas solares, en galaxias más viejas, que se formaron 100.000.000 de años antes que el nuestro. Ni siquiera existíamos entonces. No es descabellado pensar que si la vida emergió en ellas, como en la Tierra, algunas especies habrán evolucionado y su nivel tecnológico podría ser inimaginable para el nuestro, recién nacido. Quizá esas batallas estelares, la colonización de planetas limítrofes, la obtención de recursos sea para ellos una cotidianidad. Pero para nuestra joven mente es una proyección casi aberrante, aunque no exenta de verosimilitud, si se dan las circunstancias adecuadas.
 
El propio Stephen Hawking, uno de los cerebros más potentes de nuestros tiempo, da un crédito razonable a historias como esta. Nuestro planeta ha sido invadido, y la humanidad, milagrosamente, ha rechazado el ataque. Las distancias interplanetarias son tan descomunales que nos ha dado tiempo a invertir nuestro tiempo y economía en la creación de ejércitos siderales, con capacidad para el contraataque. Orson Scott Card sacrifica en la novela la infancia y la adolescencia de nuestros mejores estrategas en potencia, en aras de salvar a nuestra especie. Un estricto programa de adiestramiento hará de Ender un soldado destinado a dirigir nuestras tropas a territorio enemigo. Los "insectores", así llamados por la humanidad por su parecido lógico con los insectos, son una raza altamente hostil e hipertecnologizada, que vive en un lugar remoto de la Vía Láctea. La guerra contra sus tropas aparentemente no tiene solución. Ender va completando las fases que le convertirán en un héroe y un líder precoz. Pero nuestros enemigos quizá no se comporten del modo que imaginábamos.
 
Este delicioso entretenimiento está escrito y dirigido por Gavin Hood (X-men: orígenes, El expediente Anwar) e interpretado por veteranos de la talla de Harrison Ford, Ben Kingsley o Viola Davis. Al joven Ender le da vida con credibilidad Asa Butterfield (El niño con el pijama de rayas, La invención de Hugo). La película es un despliegue vertiginoso, ímprobo, de efectos especiales y de sonido, de vestuario, decorados y diseño de producción.
 
Al desarrollarse gran parte de la trama en una estación espacial, haciendo las veces de campamento militar, podemos encontrar ecos de películas como Oficial y caballero, La chaqueta metálica o 2001: una odisea del espacio. Son grandes referentes que, bien mezclados, forman un cuadro más que interesante. Quizá se haga algo tedioso tanto "señor, sí, señor". Pero en su conjunto, con una buena banda sonora, un montaje efectivo y una dirección correcta, El juego de Ender no tiene desperdicio, sobre todo, para  fans como yo, incondicionales de este género.
 
Jorge Arellano
Alumno de Cine del CEV